Detectar enfermedades cerebrales como el Parkinson, Huntington y ELA antes que nunca ha sido siempre un reto. El tratamiento depende en gran medida de la detección temprana, especialmente en el caso de quienes ni siquiera saben que corren riesgo. Una revolucionaria prueba de “rascado y olfateo” lo hace posible.

La investigación sobre la enfermedad de Parkinson (EP) dio un paso importante a principios de este año cuando la Fundación Michael J. Fox reveló un gran avance: el descubrimiento de un biomarcador que puede señalar los primeros signos conocidos de la EP. El nuevo procedimiento, llamado “ensayo de amplificación de siembra de alfa-sinucleína” (SAA), es capaz de detectar alfa-sinucleína mal plegada en el líquido cefalorraquídeo, una proteína que está directamente relacionada con el Parkinson. Esta prueba es capaz de detectar la presencia de esta proteína en las células antes de que aparezcan los síntomas, con un 90% de especificidad, de forma muy similar a cómo se utilizan el colesterol alto o la presión arterial para predecir el riesgo cardiovascular mucho antes de un ataque cardíaco.

Este avance científico significa que, por primera vez, tenemos una forma objetiva y confiable de identificar a las personas que corren riesgo de padecer Parkinson antes de que aparezcan los síntomas. En el pasado, los diagnósticos eran subjetivos y se basaban en la observación de un médico, generalmente después de que ya se había producido un daño cerebral significativo.

Lo que es igualmente notable es cómo se logró este avance. Los investigadores identificaron que una disminución del sentido del olfato podría ser un indicador clave de neurodegeneración, especialmente en personas con mayor riesgo de Parkinson. Resulta que la pérdida del olfato es un fuerte predictor de enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, Parkinson, ELA y Huntington, y a menudo pasa desapercibida para la persona hasta que se realiza una prueba.

El estudio observacional a gran escala de la Fundación Michael J. Fox utilizó esta conexión entre la pérdida del olfato y la EP como uno de los criterios para incluir a las personas en riesgo. Emplearon una prueba de rascado y olfato validada como parte de su proceso de detección. Se ha demostrado que esta prueba diagnostica con precisión la EP en el 99 % de las personas que tienen un sentido del olfato reducido.

En 2024, esta prueba sencilla, asequible y accesible puede llegar a ser tan rutinaria como las mamografías o las colonoscopias. Con una adopción generalizada, la prueba de rascado y olfateo cambiará significativamente el panorama de la investigación sobre el párkinson, ofreciendo una identificación temprana de la enfermedad y mejorando tanto la atención como el desarrollo de medicamentos. Este avance abre nuevas posibilidades para una intervención más temprana, mejorando potencialmente los resultados para millones de personas en riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

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