Por primera vez en la historia médica, un riñón que había sido congelado durante 10 días fue trasplantado con éxito en un gran mamífero: un cerdo. El experimento, realizado por cirujanos del Hospital General de Massachusetts, podría transformar el futuro de los trasplantes y ofrecer una solución real a la escasez global de órganos.

Hasta ahora, los riñones debían ser trasplantados en un plazo de 24 a 36 horas. Este límite temporal reduce enormemente las posibilidades de encontrar un donante compatible. Pero si los órganos podrían ser congelados y almacenados por semanas, incluso meses, se abriría la puerta a bancos de órganos congelados listos para usar , casi como cirugías programadas.
El reto era gigantesco. Décadas de investigación en criopreservación habían fracasado por múltiples obstáculos: formación de cristales de hielo que dañaban las células, crioprotectores tóxicos y órganos que se agrietaban al descongelarse.
La clave del avance provino de una fuente inesperada: las ranas del bosque canadiense. Estos animales sobreviven a temperaturas bajo cero gracias a un mecanismo natural que detiene su metabolismo sin congelar sus células. Inspirados en este proceso, los científicos del equipo liderado por Korkut Uygun y Shannon Tessier desarrollaron un sistema que combina glucosa sintética, propilenglicol y Snomax (sí, el que se usa para hacer nieve artificial) para congelar los órganos sin dañarlos.

Después de cinco años de pruebas con hígados de ratas y múltiples ensayos, los investigadores lograron congelar y descongelar 30 riñones de cerdo con éxito. El momento crucial llegó en marzo de 2025, cuando un riñón que había estado 10 días congelado fue trasplantado nuevamente al mismo cerdo del que había sido extraído.

En cuestión de minutos, el riñón volvió a tomar color y empezó a producir orina. Había funcionado.
Este avance podría permitir que, en un futuro no tan lejano, hospitales cuenten con bancos de órganos humanos o de cerdos modificados genéticamente , disponibles al instante, sin la urgencia actual ni las dramáticas listas de espera.

“La idea de que un trasplante pueda programarse sin depender de una carrera contra el tiempo es revolucionaria”, comentó uno de los cirujanos.
Y si esto avanza, no solo cambiaría la medicina: también cambiaría vidas.
Por el New york Times.