Durante la visita oficial del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, Donald Trump proyectó un vídeo titulado “Genocidio Blanco” , alimentando una narrativa sobre ataques a agricultores blancos en ese país. La escena no pasó desapercibida en los programas nocturnos de comedia, que rápidamente reaccionaron con ironía y escepticismo.

“Al parecer, Trump lo vio en internet, así que apaga las luces y obliga al presidente a ver una presentación multimedia sobre su propio país”, dijo Jimmy Kimmel en su monólogo. El conductor cuestionó también la falta de filtros en el entorno del presidente: “¿Alguien a su alrededor le dice alguna vez que esto lo hace parecer loco y tonto?”
Ronny Chieng, de The Daily Show , también ironizó: “Trump convirtió la reunión de la Casa Blanca en un podcast de asesinatos”. Y remató con una broma sobre Elon Musk, uno de los sudafricanos más famosos: “Nunca te quedarás sin sudafricanos blancos cuando uno de ellos tiene 5000 hijos por semana”.
Más allá de las bromas, el episodio plantea una pregunta más amplia: ¿está el humor nocturno siendo justo con los líderes políticos o existe un doble estándar?
Joe Biden, aunque a menudo fue criticado por su edad o sus lapsus, rara vez fue blanco de este tipo de burlas tan intensas. Kimmel, por ejemplo, comentó: Durante la reunión, esto es real, la situación se puso muy tensa, y el presidente de Sudáfrica dijo: “Disculpe, no tengo un avión para darle”. Y luego, para fastidiar aún más a Trump, le dio entradas para un concierto de Springsteen en Nueva Jersey.
— JIMMY FALLON
La diferencia puede radicar en el estilo de cada presidente. Trump suele dar material más visual y polarizante, mientras que con Biden las críticas tendïan a centrarse en lo gestual o lo anecdótico. Sin embargo, algunos críticos sostienen que la comedia nocturna, en general más progresista, tiende a tratar con más indulgencia a figuras del Partido Demócrata.
Cúpulas doradas y discursos dorados
Además del episodio con Sudáfrica, Trump anunció una “Cúpula Dorada” de defensa antimisiles, que también fue blanca de humor. Greg Gutfeld, desde una trinchera más conservadora, se unió a la sátira, y Stephen Colbert comentó: “Cuando pienso en algo impenetrable, pienso en cosas que los piratas pueden doblar con los dientes”.
El late night estadounidense funciona hoy como una especie de “oposición cómica”, heredera de la sátira política que se volvió esencial tras esta era Trump. Pero el uso del humor como herramienta de crítica política plantea dilemas: ¿se está informando o reforzando burbujas ideológicas?
Lo cierto es que, para bien o para mal, Trump sigue siendo una fuente inagotable de contenidos virales, incluso cuando su estilo incomoda a sus interlocutores internacionales. Mientras tanto, los programas de comedia nocturna siguen cumpliendo su rol: reírse del poder, a veces de forma ácida, a veces con preferencia.