En junio de 2025, cuatro altos ejecutivos tecnológicos fueron nombrados tenientes coroneles en una nueva unidad militar, el Destacamento 201, creado para asesorar al Ejército en innovación tecnológica aplicada al combate. Este hecho refleja un cambio cultural profundo en Silicon Valley, donde el patriotismo y la colaboración con el ejército se han normalizado, impulsados por la competencia geopolítica con China y los conflictos en Ucrania y Gaza, donde la IA y los drones juegan un papel central.

Firmas de capital riesgo como Andreessen Horowitz han destinado cientos de millones de dólares para financiar startups de defensa, mientras incubadoras como Y Combinator están invirtiendo en proyectos militares. Compañías como OpenAI y Meta han eliminado prohibiciones previas sobre el uso de IA con fines bélicos, desarrollando tecnologías antidrones y sistemas de entrenamiento de soldados con realidad virtual.
Este regreso a las raíces de Silicon Valley, que comenzó como un centro de innovación financiado en gran parte por el Departamento de Defensa durante la Guerra Fría, marca el fin de una era en la que las empresas tecnológicas se definían por sus valores antimilitaristas. Hoy, la convergencia entre tecnología avanzada y defensa nacional es vista como una necesidad estratégica, aunque genera debates éticos sobre el uso de armas autónomas y la responsabilidad en su implementación.