Novo Nordisk, conocido por ser respaldado por una de las fundaciones altruistas más grandes del mundo, se enfrenta a un dilema ético que redefine su identidad como empresa farmacéutica. A pesar de su origen vinculado a la filantropía, la realidad del mercado global obliga a Novo a actuar como una corporación implacable en sectores tan competitivos como el del petróleo o la defensa.

El semaglutide, el medicamento estrella de Novo Nordisk, es el epicentro de una vorágine de desafíos. Este fármaco, utilizado para tratar la diabetes tipo 2 y reconocido por su eficacia en la pérdida de peso, se encuentra en un ciclo vicioso: una demanda insaciable, costos de fabricación exorbitantes, competencia feroz de Eli Lilly, presión de precios por parte de los gobiernos y el complejo sistema de seguros privados en Estados Unidos. En este último mercado, el más grande para Novo, alrededor de 15 millones de personas consumen semaglutide, lo que genera ingresos significativos pero también una creciente presión.

Sin embargo, el semaglutide no es una solución universal. Para los 8.4 millones de pacientes con diabetes tipo 1 en el mundo, este medicamento casi nunca funciona. Esto plantea un conflicto ético para el CEO de Novo, Lars Fruergaard Jørgensen, quien enfrenta noches de insomnio preocupado por la posibilidad de que su compañía no cumpla con su misión original: atender a los pacientes que dependen del suministro constante de insulina para sobrevivir.

Eric Hageman, un paciente típico de diabetes tipo 1, representa a los usuarios que no pueden permitirse fallos en el acceso a la insulina. Este segmento, menos visible que el creciente mercado de Hollywood enfocado en la pérdida de peso, sigue siendo crucial para la identidad y responsabilidad histórica de Novo Nordisk.

El dilema es evidente: ¿cómo equilibrar la responsabilidad moral con las exigencias de un mercado implacable? La estructura del sistema de salud estadounidense, junto con las dinámicas globales del mercado farmacéutico, dificulta que Novo actúe exclusivamente en favor de los pacientes más vulnerables. Aunque la empresa está comprometida con mantener el suministro de insulina, las realidades comerciales a menudo chocan con esta intención.

Levadura en proceso de prueba en Novo Nordisk en Måløv, Dinamarca.
Fotografía: Steven Achiam

La levadura utilizada en la producción de insulina se somete a pruebas en un centro de investigación de Novo Nordisk en Måløv, Dinamarca.
Fotografía: Steven Achiam
El caso de Novo Nordisk resalta un problema mayor en la industria farmacéutica: la lucha entre el beneficio empresarial y el compromiso ético. Para Lars Jørgensen y su equipo, la solución no es clara, pero la necesidad de encontrar un equilibrio nunca ha sido más urgente.