Roy Cohn, un abogado sin escrúpulos conocido por su astucia y manipulación, fue un papel fundamental en la carrera de Donald Trump, tanto en los negocios como en la política. Su relación con Trump comenzó en los años 70, cuando defendió al joven magnate de una demanda por discriminación racial en la que se le acusaba de negar el alquiler de apartamentos a inquilinos negros. Cohn, con su experiencia en intimidación y litigios, le enseñó a Trump una lección que marcaría su vida: atacar, contraatacar y nunca disculparse.

Antes de convertirse en el influyente asesor de Trump, Cohn era ya una figura controvertida en Estados Unidos. Durante la década de 1950, se destacó como parte del comité del senador Joseph McCarthy en su cruzada contra el comunismo, y más tarde se hizo famoso por representar a mafiosos y magnates. A pesar de su comportamiento abrasivo y sus tácticas poco éticas, Cohn cultivó una red de poderosos contactos en Nueva York, incluyendo a Ronald Reagan y Andy Warhol, y dejó una huella imborrable en la política estadounidense.

Cohn fue el prototipo de la figura del poder que Trump aspiraba a ser, y su influencia perdura incluso después de su muerte en 1986. A lo largo de los años, su vida y legado han sido objeto de numerosas representaciones en la cultura popular. En el reciente resurgimiento de su figura, la película
The Apprentice (“El aprendiz”) ha vuelto a destacar. En esta película, el título toma prestado del reality show que Trump protagonizó durante años y le da una vuelta, mostrando a Trump como un joven hombre de negocios influenciado por el abogado sin escrúpulos Roy Cohn. El actor Jeremy Strong interpreta a Cohn, mientras que Sebastián Stan da vida a Donald Trump. La película ha captado gran atención, especialmente por sus nominaciones a los Premios Oscar.

Este Film, al igual que otras representaciones como la obra Angels in America , resalta las contradicciones de Cohn y su influencia en figuras poderosas, incluyendo a Trump. En la obra de Tony Kushner, Cohn está representado en su lecho de muerte, una metáfora de la hipocresía de la era Reagan. Este Cohn, lleno de convicciones, comprometido con sus propias mentiras y sin importar las consecuencias, deja una marca indeleble en el imaginario cultural.
La relación de Trump con Cohn fue compleja y, a menudo, cuestionada. Cohn, un hombre gay que luchaba por ocultar su orientación sexual, compartió con Trump su habilidad para manipular los medios y usar el miedo como herramienta política. A través de su mentoría, Trump adoptó tácticas agresivas para avanzar en su carrera y enfrentar a sus enemigos. Incluso durante su presidencia, Trump fue conocido por preguntarse “¿Dónde está mi Roy Cohn?”, en referencia a la figura que lo había guiado en su camino al poder.
Cohn, cuya vida estuvo marcada por la contradicción, sigue siendo una figura clave en el entendimiento del ascenso de Trump. Su legado es el de un hombre que le enseñó a Trump a sobrevivir en el mundo político a través del poder, la intimidación y la estrategia. Si bien Cohn ya no está presente básicamente, su influencia sigue siendo palpable de la manera en que Trump abordó su carrera, tanto en los negocios como en la política.