Por un lado, su capacidad para adaptarse a las características únicas de cada individuo mediante IA generativa promete una personalización sin precedentes. Sin embargo, la línea entre utilidad y manipulación preocupa a expertos como Jodi Halpern, quien advierte sobre el peligro de “simular empatía” para generar una conexión emocional.
Además, la posibilidad de que estos sistemas lleguen a reemplazar a psicólogos humanos no solo plantea inquietudes prácticas, sino también sobre la esencia de la interacción terapéutica. La autenticidad y el juicio humano, indispensables en la psicoterapia, podrían ser inimitables por cualquier máquina, sin importar cuán avanzada sea.
Entre la esperanza de un acceso más amplio a la salud mental y las implicaciones éticas de su uso, los ‘therapy bots’ representan tanto una utopía como una distopía emergente.