En la última gala de Gran Hermano, las tensiones alcanzaron su punto máximo cuando Mauro confrontó a Santiago del Moro por lo que él percibía como un trato injusto. El jugador expresó su frustración por no haber tenido la oportunidad de hablar durante la nominación tras la pelea con Furia, y durante la competencia por el premio de un automóvil 0 kilómetro, continuó lanzando indirectas.

A pesar de haber expresado su malestar en el confesionario, Mauro sintió que su voz no fue suficientemente escuchada. Santiago del Moro respondió cortantemente, instando a Mauro a usar las numerosas cámaras disponibles en la casa para expresarse en vivo. Argumentó que el programa debe continuar y que los problemas entre los participantes deben resolverse por sí mismos.
La tensión persistió cuando Mauro expresó su necesidad de defenderse en un espacio más público como la gala de nominación en televisión nacional. Del Moro reiteró la autonomía de los participantes para decidir permanecer en el programa, pero insistió en que el juego debe continuar sin detenerse por conflictos individuales. El incidente destaca las complejas dinámicas de poder y las expectativas de los concursantes en un ambiente de competencia y exposición constante.