En lo que fue un evento histórico para el heavy metal, Ozzy Osbourne y los miembros originales de Black Sabbath se despidieron de los escenarios el pasado 5 de julio con un imponente concierto titulado Back to the Beginning. El show tuvo lugar en el estadio Villa Park de Birmingham, ciudad natal de Ozzy, ante 45.000 asistentes presenciales y más de 5.8 millones de espectadores por streaming.

La recaudación total alcanzó los 190 millones de dólares, suma que será donada íntegramente a tres organizaciones benéficas: Cure Parkinson’s, Birmingham Children’s Hospital y Acorns Children’s Hospice.
A sus 76 años y con un Parkinson avanzado, Ozzy cantó desde un trono con forma de murciélago, que emergía del escenario en una escenografía tan teatral como conmovedora. “Es tan bueno estar en este maldito escenario, no tienen idea. ¡Que empiece la locura!”, exclamó al comenzar el show.
Fue la primera vez en dos décadas que la formación original de Black Sabbath compartía escenario, regalando a los fans joyas como “War Pigs”, “N.I.B.” y “Paranoid”. Antes, Ozzy también recorrió sus clásicos como solista: “Crazy Train”, “Mr. Crowley”, “I Don’t Know” y “Mama, I’m Coming Home”.
El encargado de la dirección musical fue Tom Morello, guitarrista de Rage Against the Machine, quien agradeció la oportunidad:
“Trabajamos más de un año con amor. Queríamos crear no solo el mejor día en la historia del metal, sino también algo que dejara huella”.
En palabras de Ozzy:
“Es mi momento de volver al inicio… de devolverle algo al lugar donde nací. Birmingham es el verdadero hogar del metal. Birmingham por siempre”.
Con un trono, una voz intacta para la emoción y una despedida a la altura de su leyenda, el Príncipe de las Tinieblas cerró su carrera como la empezó: en casa, con su familia musical y rodeado de un rugido eterno.