El aumento en el uso de medicamentos para bajar de peso como Ozempic y otros agonistas del receptor GLP-1 está transformando no solo la salud de sus usuarios, sino también la industria gastronómica. Estos fármacos actúan reduciendo el apetito, lo que lleva a que muchas personas que los consumen piden porciones más pequeñas o eviten salir a comer por miedo a desperdiciar comida.

Ante esta realidad, varios restaurantes, desde cadenas de comida rápida hasta establecimientos gourmet, están adaptando sus menús para atraer a este nuevo segmento de comensales. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, Clinton Hall ofrece un “menú pequeño” con una hamburguesa miniatura, papas fritas en porción reducida y una bebida pequeña, todo pensado para quienes llevan un estilo de vida con restricciones alimenticias debido a estos medicamentos.

El propietario Aristóteles Hatzigeorgiou explica que el menú surgió al notar cómo muchas personas cercanas a él tomaban GLP-1 y, tras probar un par de bocados, dejaban gran parte de la comida. “Me preocupaba el desperdicio y que los clientes no quisieran pagar por comida que no podría terminar”, señala.

Este fenómeno no solo impacta las porciones de comida, sino también el consumo de alcohol. Medicamentos como Ozempic han demostrado reducir los antojos no solo de alimentos, sino también de bebidas alcohólicas. En consecuencia, bares como Back Bar en Manhattan han incorporado mini cócteles, como martinis de dos a tres onzas, para satisfacer a quienes aún quieren disfrutar de una bebida sin excederse.

Según datos recientes, entre el 8% y el 10% de los estadounidenses usan medicamentos GLP-1, y más del 50% de estos consumidores han reducido su frecuencia de salir a comer fuera. Además, un informe de Morgan Stanley señala que el 63% de quienes toman Ozempic piden menos cantidad cuando lo hacen.

Para algunos restaurantes, estos cambios representan una oportunidad para innovar y atraer a un público nuevo. Otros, en cambio, como Scarpetta, un restaurante italiano de alta gama, aseguran que no han notado un impacto significativo, ya que sus comensales valoran la experiencia social y gastronómica más que el tamaño de las porciones.

En Londres, Otto’s, un restaurante francés conocido por sus platillos copiosos, ha implementado un menú degustación individual para quienes prefieren una cantidad moderada de comida, sin importar la razón. El dueño comenta que el menú les permite atender mejor a cada cliente sin que tengan que justificar su elección, fomentando un ambiente más inclusivo y cómodo.

En definitiva, la popularización de medicamentos para el control del apetito está llevando a la industria de alimentos y bebidas a repensar sus ofertas, adaptándose a un público que cada vez busca comer menos, pero sin perder calidad ni experiencia.

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