El hallazgo de una maleta en las calles de Ñuñoa, Chile, que contenía un cuerpo humano en estado de descomposición, desencadenó una investigación policial de gran envergadura. Inicialmente, surgieron sospechas sobre una posible conexión con actividades criminales organizadas. Sin embargo, las investigaciones de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) revelaron un giro sorprendente: el cuerpo pertenecía a una monja que había fallecido aproximadamente un año antes a causa de una enfermedad, aunque las circunstancias exactas de su muerte aún están bajo investigación.

La monja vivía con otras dos religiosas en la zona, y se descubrió que habían hecho un pacto entre ellas para no informar ni registrar su fallecimiento. La maleta fue dejada en una calle durante la madrugada, y posteriormente, un recolector la encontró, la abrió y se percató de su macabro contenido antes de huir del lugar. La persona que dejó la maleta fue identificada como una mujer religiosa de 80 años, quien colaboró voluntariamente con las autoridades en la investigación.

El fiscal a cargo del caso señaló que la hija de una de las religiosas, que había regresado recientemente del extranjero, habría descubierto la maleta y decidido sacarla a la calle. A pesar de que no se encontraron signos de violencia en el cuerpo, el caso sigue siendo objeto de investigación para determinar posibles implicaciones legales para las monjas involucradas, así como para esclarecer la causa exacta de la muerte de la religiosa encontrada en la maleta.

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