Un nuevo estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) reveló que masticar chicle podría estar exponiendo a los consumidores a una cantidad considerable de microplásticos. Según los investigadores, un solo chicle puede liberar entre cientos y miles de estas diminutas partículas en la saliva.

El estudio fue liderado por el Dr. Sanjay Mohanty, profesor asociado de la Escuela Samueli de Ingeniería de UCLA, y se presentará en la reunión bianual de la American Chemical Society en San Diego. Actualmente, está en proceso de revisión por expertos antes de su publicación en la revista Journal of Hazardous Materials Letters.

“Nuestro objetivo no es alarmar a nadie”, afirmó Mohanty. “Los científicos aún no saben con certeza si los microplásticos son peligrosos para los humanos, pero sí sabemos que estamos expuestos a ellos a diario”.

Los investigadores analizaron diez tipos de chicles disponibles comercialmente en Estados Unidos, cinco de los cuales contenían ingredientes sintéticos y los otros cinco eran de origen natural. Se descubrió que ambos tipos liberaban microplásticos en niveles similares.

Para realizar la investigación, los científicos reclutaron voluntarios que masticaron chicles durante distintos periodos de tiempo, mientras se recolectaban muestras de su saliva. El análisis posterior mostró que 1 gramo de chicle liberaba un promedio de 100 microplásticos, con algunas muestras alcanzando hasta 637 partículas.

Sorprendentemente, el 94% de estos fragmentos se desprendía en los primeros ocho minutos de masticación. Además, los tipos de plásticos identificados coincidían con materiales utilizados en productos de consumo diario, como poliolefinas, tereftalato de polietileno (PET), poliacrilamidas y poliestirenos.

Los microplásticos han sido encontrados en diversas partes del cuerpo humano, como la sangre, los pulmones, la placenta, el cerebro y los testículos, según investigaciones previas. Aunque aún no hay estudios definitivos sobre los efectos a largo plazo de su ingesta, algunos científicos advierten sobre su posible impacto en la salud.

El Dr. David Jones, profesor de la Universidad de Portsmouth y experto en contaminación por plásticos, explicó que la liberación de microplásticos al masticar chicle no es inesperada. “Cuando se somete un plástico a fricción, calor o presión, se liberan fragmentos diminutos. Lo preocupante es que inhalamos, ingerimos y bebemos hasta 250.000 partículas de plástico al año sin ser conscientes de ello”, afirmó.

Uno de los principales desafíos identificados en la investigación es la falta de transparencia en la industria del chicle. La mayoría de las marcas no detallan la composición exacta de la base del chicle en sus etiquetas ni en sus sitios web, lo que impide a los consumidores tomar decisiones informadas.

Los autores del estudio esperan que esta investigación sirva como punto de partida para futuras evaluaciones sobre la exposición a microplásticos y sus posibles efectos en la salud humana.

Comparte si te ha gustado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Previous post A 30 años de la muerte de Selena Quintanilla: el crimen que conmocionó a la música latina
Next post Fiscal de EE. UU. pide la pena de muerte para Luigi Mangione por el asesinato del CEO de UnitedHealthcare