La violencia regresó con crudeza al valle de Cachemira este martes 22 de abril, cuando al menos 26 personas murieron y 13 resultaron heridas en un ataque armado contra un grupo de turistas en los alrededores de Pahalgam, una pradera montañosa en la Cachemira india, a unos 50 kilómetros de Srinagar. Las autoridades regionales lo califican como el atentado más grave contra civiles en los últimos años.

Aunque ningún grupo ha reivindicado el ataque hasta el momento, la sombra de la insurgencia separatista que azota la región desde 1989 vuelve a cernirse sobre este territorio históricamente disputado entre India y Pakistán.

Una emboscada en plena zona turística.

El ataque ocurrió en una zona muy transitada por turistas indios y locales que acuden a disfrutar del paisaje en mula oa pie. Según testimonios recogidos por India Today , los agresores se acercaron a corta distancia antes de abrir fuego, alegando que algunas víctimas “no eran musulmanas”, lo que sugiere una posible motivación religiosa.

Los heridos de mayor gravedad fueron evacuados en helicóptero, dada la inaccesibilidad del terreno. Hasta el momento, no se han producido detenciones, aunque se desplegaron fuerzas militares en la zona poco después del tiroteo.

Una región en tensión permanente

El atentado revive los fantasmas de décadas de violencia. Cachemira ha sido epicentro de una de las disputas territoriales más enconadas del subcontinente desde la partición de India y Pakistán en 1947. Desde 1989, la región vive una insurgencia separatista que ha cobrado decenas de millas de vidas.

La India acusa a Pakistán de financiar y apoyar a los grupos armados que operan en la zona. Islamabad lo niega y asegura que solo respalda el derecho a la autodeterminación del pueblo cachemir.

Aunque en los últimos años los ataques contra civiles se habían reducido —en parte gracias a un mayor control militar y acuerdos bilaterales— este nuevo episodio deja en evidencia que la estabilidad es frágil.

El jefe de Gobierno de Cachemira, Omar Abdullah, calificó el atentado como “mucho mayor que cualquier otro” en tiempos recientes. El ministro del Interior, Amit Shah, viajó de inmediato a la región y convocó a una cumbre de emergencia con altos mandos del Ejército, la policía y paramilitares.

Este ataque podría escalar las tensiones entre Nueva Delhi e Islamabad en un contexto geopolítico ya delicado, y amenaza con afectar también al turismo interno, un sector que apenas comenzaba a recuperar su auge tras la pandemia y años de violencia.

Pese a los esfuerzos por pacificar la región, el atentado de Pahalgam recuerda que la herida de Cachemira sigue abierta. En un conflicto marcado por nacionalismos, religiones, militarización y desplazamientos forzados, los civiles vuelven a ser las víctimas silenciosas de una lucha que, 76 años después de la división, aún no encuentra resolución.

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