En un año extraordinario para el cine de terror, donde películas como Nosferatu , Red Rooms y I Saw the TV Glow han cosechado elogios tanto de críticos como del público, los Premios Oscar continúan dejándose de lado este género. A pesar de que el terror no solo ha sido exitoso en taquilla, sino que también ha reflejado nuestras ansiedades colectivas sobre el clima, la política y la deshumanización tecnológica, el reconocimiento de la Academia sigue siendo esquivo.

Si bien The Substance ha sido nominada a Mejor Película, la mayoría de las otras obras del género no han recibido el mismo trato. Este patrón de ignorar las películas de terror persiste desde hace décadas, a pesar de que grandes títulos como Drácula (1931), La noche de los muertos vivientes (1968) y El resplandor (1980) han sido completamente desestimados. En el caso de La mosca (1987), una actuación destacada de Jeff Goldblum fue ignorada por ser parte de una película de terror, según el crítico Gene Siskel.

El rechazo parece estar relacionado con la percepción del terror como un género vulgar, vinculado a películas de bajo presupuesto y contenido escabroso. Sin embargo, en la actualidad, el terror ha evolucionado hacia una forma de arte compleja y profunda, como lo demuestra el éxito de películas como Longlegs , que recaudó más de 125 millones de dólares a nivel mundial y Nosferatu de Robert Eggers, que obtuvo varias nominaciones técnicas.

A pesar de esta evolución, la Academia sigue reconociendo el terror solo cuando puede enfocarse en otros aspectos, como un mensaje social directo o una lección moral, y no por su capacidad para causar miedo genuino. Las películas que exploran temas profundos a través del horror, como Get Out de Jordan Peele, han sido excepciones, pero incluso entonces, las nominaciones a veces han sido limitadas.

Mientras el terror sigue prosperando en todo el mundo, con títulos como The Girl With the Needle (Dinamarca) y Exhuma (Corea del Sur) ganando reconocimiento y éxito, los candidatos de los Oscar continúan siendo reticentes a abrazar plenamente el género. Es hora de que la Academia se dé cuenta de que el terror no solo es entretenimiento, sino una forma legítima de arte que merece su lugar en la historia del cine.

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