Las corridas de toros han sido una parte importante de la cultura surcoreana durante siglos. Los relatos populares que describen esta actividad se remontan al siglo XVI, lo que evidencia una larga historia que ha trascendido generaciones. En la actualidad, las corridas de toros siguen siendo muy populares, en parte porque representan una de las pocas oportunidades legales para que los surcoreanos apuesten. Para muchos aficionados, asistir a una corrida es más que un simple espectáculo: es un ritual semanal profundamente arraigado en sus costumbres.

Sin embargo, esta tradición también enfrenta un creciente escrutinio. Los críticos señalan que las corridas de toros implican un sufrimiento innecesario para los animales, calificándolas de crueles y dolorosas. Este reclamo ha llevado a diversos grupos a pedir a los gobiernos locales que reduzcan o eliminen la financiación pública destinada a estos eventos, que se celebran en varios estadios del país.

Además, existe una laguna legal que exime a las corridas de toros de la Ley de Protección Animal de Corea del Sur, promulgada en 1991. Activistas y organizaciones defensoras de los derechos animales presionan para que esta excepción sea eliminada y que las corridas sean reguladas bajo la misma legislación que protege a otros animales.

El debate entre la preservación de una tradición cultural y el respeto hacia los derechos de los animales sigue vigente en Corea del Sur. Mientras algunos defienden las corridas como parte fundamental de la identidad cultural, otros insisten en que es necesario evolucionar y adaptar las costumbres a los estándares modernos de bienestar animal.

Para quienes estén interesados en profundizar sobre este tema, hay más información disponible, junto con imágenes impactantes que muestran la realidad de estas corridas, captadas por el fotógrafo @nytchangster.

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