En medio de diagnósticos terminales, muchos pacientes han comenzado a explorar terapias innovadoras para tratar la ansiedad y la depresión asociadas con sus condiciones. Barry Blechman, un analista de relaciones internacionales de 81 años, diagnosticado con cáncer de vejiga metastásico, es uno de ellos. Su experiencia con la psilocibina ha marcado un antes y un después en su vida.

El pasado invierno, Blechman viajó desde Washington, DC, a una clínica en Bend, Oregón, donde consumió un té que contenía psilocibina, el compuesto psicoactivo de los hongos mágicos. Tras una sesión de 10 horas, su esposa, Kitty, se sorprendió por el cambio notable en su voz: “Parecía 20 años más joven, como si se hubiera quitado un peso de encima”. Desde entonces, la angustia y depresión que lo acompañaban tras su diagnóstico han disminuido drásticamente, y ha adquirido una perspectiva más profunda sobre aspectos de su personalidad que afectaban negativamente sus relaciones.
“La terapia con psilocibina ha sido una experiencia que me cambió la vida”, confesó Blechman.

Blechman es uno de los miles de estadounidenses con enfermedades graves que recurren a la medicina psicodélica para afrontar la ansiedad y la angustia existencial que acompañan a diagnósticos potencialmente terminales. En Oregón, el único estado donde las clínicas de psilocibina pueden operar legalmente junto con Colorado (cuyo programa inicia en 2025), los tratamientos pueden costar hasta 2.000 dólares. Sin embargo, muchos también han recurrido a terapias con ketamina, disponibles en consultorios o incluso en casa.
Aunque la ketamina no es un psicodélico clásico como el LSD o la psilocibina, se considera parte de esta categoría debido a sus efectos similares. Este anestésico potente puede recetarse legalmente para condiciones psiquiátricas, siendo una alternativa más accesible y menos costosa.
Por el New York Times :https://www.nytimes.com/2024/12/17/health/psychedelic-medicine-palliative-care-end-of-life.html