Para 2019, Adolfo Cambiaso estaba atrincherado en dos frentes: en el campo, seguía siendo el rey indiscutido del polo mundial; fuera de él, se había vuelto cada vez más escéptico de las intenciones de su socio estadounidense, el magnate tejano Bob Meeker. Lo que había comenzado como una colaboración pionera en biotecnología equina estaba a punto de estallar en una guerra legal y filosófica sobre la propiedad de la vida misma.

ADN como moneda
Desde principios de la década de 2010, Cambiaso y Meeker habían trabajado juntos en Crestview Genetics, una empresa que logró lo impensado: clonar con éxito a Cuartetera, la legendaria yegua del jugador argentino. Pronto, no solo un clon, sino varios, galopaban en las canchas de Palermo y Wellington. El polo entraba en la era de la replicación.

Pero según documentos judiciales y testimonios posteriores, Cambiaso comenzó a sospechar que Meeker estaba rompiendo el “pacto de caballeros” de no vender clones. Aún más inquietantes eran los rumores de que, tras una serie de inversiones fallidas en el sector petrolero, Meeker estaba ofreciendo el linaje Cuartetera a inversores de Oriente Medio y Asia, como si se tratara de activos en un mercado genético emergente.
El punto de quiebre llegó a fines de 2019, durante un viaje en superyate por Mónaco. Meeker y su socio Gutiérrez habían convocado a un grupo de inversores para lo que se presentó como una “reunión de estrategia”. Pero según el testimonio de Cambiaso, la agenda real era comercializar el ADN de Cuartetera a través de un fondo de capital privado, creando un “mercado de futuros genéticos”.
Cambiaso, quien ni siquiera fue invitado, explotó de furia al enterarse. Poco después, un memorando filtrado reveló que Meeker había registrado derechos sobre varios embriones de Cuartetera a nombre de una empresa fantasma en Panamá, que además buscaba patentar técnicas de clonación equina con fines comerciales.
En 2020, Cambiaso presentó una demanda en Texas contra Meeker por incumplimiento de contrato, venta no autorizada de material genético y apropiación de secretos comerciales. Meeker contraatacó, acusando a Cambiaso de clonar fuera del acuerdo original. El juicio se convirtió en un drama de ciencia, ética y tradición.
Durante tres años, genetistas, veterinarios y expertos en polo debatieron sobre si un clone es solo ADN o también memoria, entrenamiento y relación con el jinete. Para Cambiaso, el alma de Cuartetera era indivisible de su historia con ella. Para Meeker, el ADN era una herramienta industrial. El veredicto, emitido en 2023, favoreció a Cambiaso: el linaje Cuartetera no podía explotarse sin su consentimiento.
El fallo disolvió a Crestview Genetics como operador comercial y marcó un hito en la jurisprudencia sobre clonación animal. Para 2025, Cambiaso, ahora de 50 años, sigue montando clones de Cuartetera y ha criado uno especialmente adaptado al estilo de juego de su hijo Poroto, hoy estrella emergente del polo.
Mientras algunos critican que el deporte se ha convertido en una competencia de bancos genéticos, otros celebran la democratización del acceso al “mejor caballo del mundo”. Pero todos coinciden en algo: Cambiaso ya no solo es el mejor jugador de polo de la historia. Es el arquitecto de una nueva era, donde el linaje no es pasado, sino estrategia.
Y en un campo sereno, en las afueras de Córdoba o Buenos Aires, Cuartetera B06 pasta bajo el sol: el eco vivo de una leyenda que se resiste a morir.
Cortesía: https://www.wired.com/story/cloning-came-to-polo-things-got-uncivilized-cambiaso