Epstein, quien apenas un año antes estaba bajo arresto domiciliario, se enfrentaba a una creciente preocupación interna. Especialistas en anti-lavado de dinero habían detectado sus patrones sospechosos: retiros mensuales de decenas de miles de dólares en efectivo. Para muchos en el banco, eran señales de alerta inequívocas de actividad ilícita.
Sin embargo, su principal defensor interno, Jes Staley entonces uno de los ejecutivos más poderosos del banco y aspirante a suceder al CEO Jamie Dimon logró que Epstein tuviera una audiencia con Stephen Cutler, el consejero general del banco. La reunión, revelada ahora gracias a miles de páginas de documentos internos, correos electrónicos y testimonios judiciales, marca el punto álgido de una relación que se extendió por más de una década y que convirtió a JPMorgan en un facilitador clave de las actividades criminales de Epstein.

Una relación simbiótica (y turbia)
Epstein no era un cliente cualquiera. Sus cuentas, con más de $200 millones, generaban millones en ingresos para el banco, situándolo en lo más alto de una lista interna de grandes generadores de dinero.
Pero su valor iba más allá de su patrimonio. Epstein actuaba como un imán para otros clientes ultra-ricos. Introdujo a los ejecutivos de JPMorgan con el cofundador de Google, Sergey Brin – que llegó a depositar más de $4.000 millones en el banco –, con Bill Gates y con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Además, fue el intermediario clave en la adquisición multimillonaria del fondo de inversión Highbridge Capital Management, un hito para la carrera de Staley.
A cambio, el banco proporcionó a Epstein algo igual de crucial: legitimidad. Le concedió préstamos, transfirió sus fondos al extranjero, le pagó millones de dólares e, incluso, abrió cuentas a nombre de jóvenes mujeres que luego se descubrió eran víctimas de su red de tráfico sexual, todo bajo solicitud expresa de Epstein.
Las señales de alerta ignoradas
Los documentos muestran que las alarmas sonaron repetidamente, pero fueron sistemáticamente silenciadas:
- 2003: Un informe interno valoraba su fortuna en $300 millones, pero omitía la relevancia de sus retiros de efectivo: más de $175,000 ese mismo año, una suma que luego se descubrió coincidía casi exactamente con los pagos a mujeres.
- 2005: La policía de Palm Beach abrió una investigación por abuso de menores. Mientras tanto, Epstein seguía retirando millones en efectivo de sus cuentas en JPMorgan.
- 2006: Tras ser acusado de solicitar prostitución a una menor, un equipo interno debatió despedirlo. La decisión final, respaldada por Staley y su sucesora, Mary Erdoes, fue mantenerlo. “No buscaremos nuevos negocios con él”, rezaba un memo, pero se siguió prestando dinero.
- 2008: Tras declararse culpable y convertirse en un convicto por delitos sexuales, la presión interna para cerrar las cuentas creció. Staley volvió a intervenir. Cutler revisó el caso, pero, al no encontrar evidencia directa de actividad criminal en las transacciones bancarias, no insistió en cortar la relación. Epstein se mantuvo como cliente.
El “error” y el chivo expiatorio
En una declaración, Joseph Evangelisti, portavoz de JPMorgan, afirmó: “La relación con Epstein fue un error y, en retrospectiva, nos arrepentimos, pero no le ayudamos a cometer sus crímenes atroces”. El banco ha atribuido la responsabilidad del escándalo a Jes Staley, afirmando que “ahora sabemos que esa confianza estaba mal depositada”.
Por su parte, Jamie Dimon ha declarado bajo juramento no “recordar haber sabido nada sobre Jeffrey Epstein” hasta 2019, a pesar de que sus subordinados directos llevaban años debatiendo su permanencia.
La historia de JPMorgan y Epstein es más que un relato sobre codicia. Es un manual sobre cómo opera el poder: un hombre que coleccionaba conexiones poderosas logró, con la complicidad de una institución financiera global, comprar la respetabilidad que necesitaba para operar en la sombra, hasta que su mundo finalmente se desmoronó.
Completo la Investigación Por Nytimes :https://www.nytimes.com/2025/09/08/magazine/jeffrey-epstein-jp-morgan.html