En una de las investigaciones más perturbadoras del año, CNN logró infiltrarse en redes clandestinas internacionales que comercian con videos de tortura animal, específicamente de gatos , revelando un mercado siniestro que opera a través de plataformas digitales y aplicaciones de mensajería cifrada.

El periodista Ivan Watson encabezó la investigación, que duró varios meses y permitió contactar con activistas, detectives independientes y expertos en cibercrimen que llevan años persiguiendo a estos grupos. Muchos de ellos actúan bajo el anonimato, desde distintas partes del mundo, y han documentado con horror cómo estos contenidos son comercializados a través de canales como Telegram, YouTube, X (ex Twitter) y foros privados.
Los videos, denominados “crush videos” , muestran actos de extrema violencia hacia gatos —desde torturas físicas hasta asesinatos filmados con detalle— y son distribuidos como contenido pagado a través de criptomonedas o plataformas de suscripción ilegales.
“No es solo crueldad por placer. Es un negocio”, explica uno de los investigadores entrevistados por CNN. “Hay compradores específicos que pagan cientos de dólares por este tipo de contenido”.
Frente al silencio de muchas autoridades, un grupo de activistas digitales y expertos en rastreo online ha tomado la iniciativa. Utilizando inteligencia artificial, tecnologías de reconocimiento facial y localización GPS, intenta identificar tanto a los abusadores como a sus compradores. Gracias a su trabajo, algunos perpetradores han sido arrestados, principalmente en Asia y Europa del Este, aunque la mayoría logra evadir a la justicia.
CNN intentó contactar a las plataformas más utilizadas para la difusión de estos contenidos. YouTube y Telegram aseguraron que prohíben expresamente material que promueva la violencia contra animales, aunque no detallaron cuántas cuentas han sido eliminadas ni qué mecanismos usan para detectarlas.
Meta (Facebook e Instagram) declinó comentar. X (ex Twitter) y el Gobierno de China , país desde donde se sospecha que operan varios de estos canales, no respondieron a las solicitudes .
Mientras tanto, los videos siguen apareciendo con nuevos perfiles, técnicas de evasión y cambios de nombre para evitar el rastreo automático.
Uno de los principales obstáculos es la ausencia de leyes globales que penalicen con contundencia el maltrato animal en el entorno digital . En muchos países, la producción de este tipo de contenido no está tipificada como crimen grave, lo que complica la cooperación internacional.
“Es urgente una respuesta global coordinada. Esto no es solo maltrato animal, es un reflejo del lado más oscuro y desconectado de nuestra humanidad”, concluye Watson.
Informe por Cnn:https://www.instagram.com/p/DKXmgIMARAk