Sato se encontró transmitiendo en la calle cuando, de repente, gritó pidiendo auxilio antes de que su video se oscureciera. Sus seguidores, al escuchar las sirenas de emergencia en la transmisión, reaccionaron con angustia y desconcierto, publicando mensajes desesperados como “¿Adónde se fue?” y “¡Que alguien ayude!”.

La policía de Tokio confirmó que Takano usó un cuchillo de supervivencia para apuñalar a la influencer en la cabeza, el cuello y el torso. Aunque los servicios de emergencia intentaron reanimarla, Sato falleció poco después de llegar al hospital.
Las autoridades sospechan que el ataque no fue aleatorio. Takano, quien afirmó no haber tenido la intención de matarla, habría guardado rencor contra Sato por una deuda económica. Según las investigaciones, él aseguró haberle prestado una gran suma de dinero que ella nunca le devolvió.
Lo más inquietante es cómo logró encontrarla: aunque Sato no reveló su ubicación, Takano identificó el lugar observando los edificios en el fondo de su transmisión en vivo.
Japón es conocido por sus bajos índices de criminalidad, pero este tipo de sucesos ha generado preocupación sobre la seguridad de las figuras públicas en internet. Las imágenes del crimen se viralizaron rápidamente en redes sociales, con transeúntes compartiendo fotos de Sato desplomada en la calle.
Este caso recuerda un crimen similar ocurrido hace dos años, cuando un hombre fue condenado a 17 años de prisión por asesinar a una influencer de 33 años tras el fin de su relación.
El asesinato de Airi Sato ha reavivado el debate sobre la seguridad de los creadores de contenido en redes sociales y los peligros de la exposición en línea.

