Lo que parecía una tarde común en Tres Arroyos terminó en una de las tragedias familiares más estremecedoras del año. Fernando Del Archiprete, de 40 años, estranguló a su esposa Rocío Villarreal (34) en su casa, asesinó a sus hijos de 4 y 8 años y más tarde se quitó la vida arrojándose bajo un camión en la ruta 228, cerca de la localidad de Energía.

La cadena de crímenes comenzó en la vivienda familiar, ubicada en la calle Larrea al 100, donde fue hallado el cuerpo de Rocío con un cable enredado al cuello. Según los primeros informes, fue asesinada durante las primeras horas de la tarde, posiblemente mientras los niños aún estaban en la casa.
Después del femicidio, Del Archiprete cargó a los niños en su Renault Duster y condujo varios kilómetros hasta un tramo rural de la ruta. Allí, abandonó el vehículo y asesinó a los menores, cuyos cuerpos fueron encontrados en una zanja al costado del camino. La investigación aún no ha revelado cómo murieron exactamente.
Aparentemente, el asesino intentó suicidarse primero chocando su auto contra un árbol, pero al no lograrlo, caminó hasta la banquina de la ruta y se arrojó frente a un camión Mercedes Benz que transitaba por el lugar. Murió en el acto. El camionero, que quedó en estado de shock, fue demorado unas horas, pero no enfrenta cargos.
El caso quedó inicialmente dividido entre dos fiscalías: la de Tres Arroyos, por el asesinato de la mujer, y la de San Cayetano, correspondiente a los hechos en la ruta. Sin embargo, todo fue unificado bajo la Unidad Fiscal N.º 6 de Tres Arroyos, dado que la secuencia fatal comenzó allí.
Las autopsias fueron solicitadas para esclarecer los detalles exactos de cada muerte. Aunque los elementos reunidos hasta ahora no dejan dudas: se trató de un crimen brutal de violencia de género y familiar, seguido de filicidio y suicidio.
El hecho causó profunda conmoción en la comunidad. Vecinos y conocidos de la familia no logran asimilar el horror. Algunos testimonios apuntan a una relación marcada por la tensión, aunque no se registraban denuncias previas por violencia doméstica.
Tres vidas inocentes truncadas y una comunidad rota por el espanto. Un nuevo caso que pone en evidencia la urgencia de fortalecer los sistemas de prevención, contención emocional y atención a señales de alarma que, muchas veces, pasan desapercibidas hasta que es demasiado tarde.