En una noche tumultuosa en el reality show Gran Hermano, Santiago del Moro se vio obligado a enfrentar una situación fuera de control cuando la concursante Juliana estalló en furia tras recibir una sanción. La tensión aumentó rápidamente cuando Juliana exigió que su compañero, Mauro, también fuera castigado, lo que desencadenó una serie de gritos y acaloradas discusiones en el set.

A pesar de los esfuerzos de Del Moro por calmar los ánimos, la intensidad de la situación hizo que perdiera momentáneamente el control del programa. Las constantes interrupciones y gritos de los concursantes complicaron aún más la situación, obligando a Del Moro a intervenir repetidamente para restablecer el orden.
El incidente provocó un debate entre los espectadores sobre la gestión del conflicto por parte de Del Moro y el comportamiento de los concursantes. Mientras algunos criticaban la actitud descontrolada de los concursantes, otros cuestionaban la capacidad de Del Moro para manejar la situación de manera efectiva.
En medio del caos, queda en evidencia el desafío constante de mantener el equilibrio entre la emoción y el control en un programa de televisión como Gran Hermano.
