El legendario actor francés Gérard Depardieu fue declarado culpable este martes por un tribunal de París de agredir sexualmente a dos mujeres durante el rodaje de la película Les Volets Verts en 2021. La sentencia incluye 18 meses de prisión en suspenso (es decir, no efectiva salvo reincidencia), una multa de casi 30.000 euros y su inscripción en el registro de delincuentes sexuales nacional de Francia.

El juicio, que duró varios días, marcó un punto de inflexión no solo en la trayectoria del actor de 76 años —considerado durante décadas un ícono del cine europeo—, sino también en el lento avance del movimiento #MeToo dentro de la industria audiovisual francesa, a menudo acusada de proteger a sus grandes figuras frente a denuncias de abuso.

Las denuncias y el fracaso

Las víctimas eran dos trabajadores del equipo técnico de la película: Amélie, encargada de decorados, y una asistente de dirección de 34 años cuyo nombre no ha sido revelado. Ambas testificaron que Depardieu las manoseó de forma reiterada y realizó comentarios sexuales inapropiados durante la filmación.

Amélie declaró que el actor la sujetó por la cintura, la atrajo hacia él mientras estaba sentado y le tocó las nalgas, genitales y pechos mientras murmuraba obscenidades. La otra víctima relató que fue tocada en tres ocasiones durante el rodaje en París. El tribunal demostró sus testimonios “coherentes, consistentes y respaldados por otras pruebas”.

Depardieu no asistió a la lectura del fallo, ya que se encontraba filmando en las islas Azores. Su abogado, Jérémie Assous, anunció inmediatamente que apelarán la decisión, y sostuvo que el actor “nunca tuvo intención de agredir a nadie”.

Más allá de los hechos juzgados, el caso se convirtió en símbolo del cambio de clima en Francia respecto a la cultura de impunidad que históricamente ha rodeado a artistas de renombre. Aunque en el pasado varias personalidades, incluido el presidente Emmanuel Macron, defendieron públicamente a Depardieu, el fallo generó un nuevo debate sobre el papel de los medios, el poder simbólico de las celebridades y la necesidad de proteger a las víctimas.

“Hoy nadie puede decir que Gérard Depardieu no es un depredador sexual”, dijo la abogada de Amélie, Carine Durrieu Diebolt, quien celebró el veredicto como “una victoria histórica para las mujeres del cine francés”.

La condena llega tras años de acumulación de denuncias. Más de 20 mujeres han acusado a Depardieu de comportamientos inapropiados entre 2004 y 2022. Además, el actor enfrenta otro proceso por violación iniciado en 2018 por la actriz Charlotte Arnould, cuyo caso todavía está bajo investigación.

Con más de 230 películas en su haber y un reconocimiento internacional que incluye una nominación al Óscar, Depardieu ha sido una figura central de la cultura francesa. Sin embargo, su actitud provocadora —mezcla de excentricidad, arrogancia y negación de límites— se convirtió en parte del debate: ¿hasta qué punto el “genio artístico” justifica el mal comportamiento?

En marzo, durante el juicio, el actor argumentó que provenía “de otra generación” y que su carácter “extravagante” era malinterpretado en el contexto actual. “No soy vulgar, no soy un cerdo. Respeto a la gente”, afirmó.

Pero sus palabras no convencieron al tribunal. Y para muchas personas dentro y fuera del mundo del espectáculo, este veredicto representa un antes y un después.

El caso Depardieu se suma a una creciente lista de figuras del cine y la cultura que han sido confrontadas judicialmente por abusos sexuales en Francia, una sociedad que durante mucho tiempo evitó los ajustes de cuentas promovidos por el movimiento #MeToo en otras partes del mundo.

¿Será esta condena un punto de inflexión duradero? Para las víctimas, sus abogados y una parte importante del sector cultural, la esperanza es que este fallo sirva como advertencia para quienes abusan de su poder —y como respaldo para quienes, aún con temor, deciden alzar la voz.

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