Leonard A. Lauder, figura central de la industria cosmética global y mecenas del arte de talla mundial, falleció este sábado en su hogar del Upper East Side de Manhattan a los 92 años. La noticia fue confirmada por Estée Lauder Companies, la firma que fundó junto a su madre y que ayudó a transformar en un imperio mundial de la belleza.
Aunque su nombre estuvo siempre ligado a los perfumes, cremas y productos de lujo que definieron la estética del siglo XX, su huella va mucho más allá del maquillaje. Lauder fue un empresario visionario, un filántropo generoso y un coleccionista de arte obsesivo que donó cientos de millones de dólares a museos, instituciones médicas y causas culturales.
Leonard Lauder era el hijo mayor de Josephine Esther Mentzer, conocida en el mundo como Estée Lauder, una mujer que combinaba instinto comercial, carisma y visionario del marketing. Fundada en 1946, la compañía creció desde una cocina en Queens hasta convertirse en una de las principales firmas de cosméticos del planeta.

Lauder se incorporó a la empresa en 1958 tras servir en la Marina. Fue entonces cuando comenzó a delinear una estrategia expansiva que transformó a Estée Lauder en un conglomerado de marcas diversificadas como Clinique, Aramis, Origins y Lab Series , distribuidas en más de 150 países.
Bajo su liderazgo, la empresa apostó por el lujo y los grandes almacenes, mientras sus competidores miraban hacia el retail masivo. “Quería que Estée Lauder fuera el General Motors del negocio de la belleza”, escribió en sus memorias The Company I Keep: My Life in Beauty (2020).
En el año fiscal 2021, las ventas de la compañía superaron los 16.000 millones de dólares. Aunque las acciones cotizan públicamente desde 1995, la familia Lauder mantiene el control: en 2025, aún poseía el 85 % de las acciones con derecho a voto.
Su verdadero legado quizás resida tanto en los museos como en los mostradores de cosméticos. A lo largo de décadas, Leonard Lauder reunió una de las colecciones privadas de arte cubista más importantes del mundo, centrada en obras de Picasso, Braque, Gris y Léger.
En 2013, donó al Museo Metropolitano de Arte (Met) una colección estimada en 1.000 millones de dólares , considerada por expertos como una de las más completas del mundo. Esa donación, que posteriormente amplió con más obras, colocó al Met en la élite global del arte moderno.
También fue figura clave en el desarrollo del Whitney Museum of American Art, donde ejerció como fideicomisario y presidente. En 2008, donó 131 millones de dólares y cerca de 50 obras de artistas como Jasper Johns, transformando al Whitney en un referente internacional del arte estadounidense.
Su afición por el coleccionismo comenzó a los seis años, con la compra de una postal del Empire State. A lo largo de su vida reunió 125.000 postales históricas, que donó al Museo de Bellas Artes de Boston.
Más allá del arte, Lauder fue un filántropo profundamente comprometido con la salud pública. Cofundó la Fundación para el Descubrimiento de Medicamentos contra el Alzheimer y, junto a su esposa Evelyn (fallecida en 2011), fundó el Centro de Mamá Evelyn H. Lauder en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, una de las instituciones más importantes en la lucha contra el cáncer de mamá.
Fue también asesor comercial del presidente Ronald Reagan y fideicomisario emérito de la Universidad de Pensilvania, su alma mater.
Leonard Alan Lauder nació en Manhattan el 19 de marzo de 1933. Su infancia, en plena Gran Depresión, marcó su carácter para siempre. A pesar de amasar una fortuna estimada en 11.500 millones de dólares , nunca dejó de considerarse austero.
“Uso trozos de jabón, reutilizo clips, escribo en el reverso de los papeles”, dijo en una entrevista. “Podés sacar a un niño de la Depresión, pero no podés sacar la Depresión del niño”.
Fue un hombre de familia, casado dos veces, padre de dos hijos —uno de ellos, William Lauder, hoy presidente de Estée Lauder Companies—, abuelo y bisabuelo. Le sobreviven su esposa Judith Glickman, su hermano Ronald Lauder —empresario, diplomático y también filántropo—, y una extensa familia.
Leonard A. Lauder vivió entre el arte y la belleza. Supo ver antes que nadie que un frasco de perfume pudiera ser tan trascendente como una obra de Picasso, si lograba emocionar. Hizo de la estética un negocio, pero también una forma de filantropía. Dejó el mundo más elegante… y más generoso.