La Unión Europea ha dado un paso decisivo hacia la modernización de sus controles fronterizos. Desde el 13 de octubre de 2025, los viajeros no europeos que ingresen al espacio Schengen deberán proporcionar datos biométricos, como foto del rostro y huellas dactilares, gracias al nuevo Sistema de Entrada y Salida (EES).

El EES registrará automáticamente las fechas de entrada y salida de los visitantes, reemplazando gradualmente los tradicionales sellos en los pasaportes. Según las autoridades europeas, esta medida busca aumentar la seguridad, detectar personas que excedan el límite de estancia permitido y prevenir el uso de documentos falsos.

El sistema aplica a quienes no sean ciudadanos de la UE, Islandia, Liechtenstein, Noruega o Suiza, y viajen por menos de 90 días dentro de un período de 180 días, sin importar si cuentan con visado. Los niños menores de 12 años estarán exentos de la toma de huellas dactilares.

Aunque el sistema empezó a funcionar en octubre, su despliegue completo en aeropuertos, puertos y pasos fronterizos terrestres está previsto para abril de 2026. Algunos aeropuertos ya operan con EES, como Düsseldorf y Luxemburgo, mientras que Ámsterdam se sumará en noviembre.

El EES es obligatorio. Los viajeros que se nieguen a proporcionar sus datos biométricos no podrán entrar al espacio Schengen. La información recopilada se almacenará por un periodo aproximado de tres años.

El uso de datos biométricos en fronteras no es exclusivo de Europa. Países como Estados Unidos, Reino Unido y Corea del Sur han implementado medidas similares para agilizar controles y reforzar la seguridad.

A finales del próximo año, la UE también exigirá el Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes, una autorización de 20 euros para viajeros exentos de visado, aplicable a ciudadanos de países como Estados Unidos, Australia y Reino Unido.

Con estos cambios, la Unión Europea busca combinar eficiencia, seguridad y modernización, marcando una nueva era en los viajes internacionales dentro del continente.

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