El mundo posterior a 1945, construido sobre alianzas, normas internacionales y estabilidad, parece estar resquebrajándose rápidamente. Según un artículo reciente de The Economist , Estados Unidos, bajo el liderazgo de Donald Trump y su equipo, está impulsando un nuevo paradigma en las relaciones internacionales basado en transacciones individuales en lugar de compromisos multilaterales. Esta transformación no solo podría redefinir la política exterior estadounidense, sino que también pondría en peligro el equilibrio de poder global, debilitando la influencia de EE.UU. y generando un entorno más caótico e impredecible.
EE.UU. y la ruptura del consenso de posguerra
Las recientes tensiones en la ONU han puesto de manifiesto este cambio. En un movimiento inusual, Estados Unidos se alineó con Rusia y Corea del Norte contra Ucrania y Europa, una señal de que la Casa Blanca está dispuesta a redefinir su postura internacional sin considerar compromisos previos.
El posible próximo canciller alemán, Friedrich Merz, advirtió que la OTAN podría colapsar antes de mediados de 2025, lo que sugiere que el principio de defensa colectiva está en peligro. Mientras tanto, la administración Trump parece centrada en maximizar beneficios inmediatos en lugar de fortalecer alianzas estratégicas, como lo demuestran las negociaciones sobre recursos naturales en Ucrania, donde EE.UU. Ha buscado acceso prioritario a minerales clave sin ofrecer garantías de seguridad a cambio.
El enfoque de Trump se asemeja al de un magnate empresarial que busca maximizar ganancias a corto plazo en lugar de fortalecer estructuras internacionales. Según el artículo, figuras clave de su equipo, como Steve Witkoff, están viajando por el mundo en busca de acuerdos individuales, desde negociaciones con Arabia Saudita hasta la rehabilitación de la relación con Rusia.
Este modelo establece una nueva jerarquía en la geopolítica global:
- Estados Unidos como negociador principal , dispuesto a usar su poder sin restricciones institucionales.
- Las grandes potencias con ambiciones propias , como Rusia, China y Arabia Saudita, que buscan ampliar su influencia a través de acuerdos bilaterales.
- Los aliados tradicionales de EE.UU., ahora considerados vulnerables y explotables , ya que dependen de la protección estadounidense.
En este escenario, las fronteras y los territorios son elementos de negociación. Desde la posible redefinición de los límites de Ucrania mediante un acuerdo entre Trump y Putin hasta la visión de Trump sobre Gaza y Groenlandia como activos estratégicos, el mundo post-1945 basado en normas estables podría convertirse en un tablero de regateos geopolíticos.
Si bien Trump y su equipo sostienen que este enfoque traerá paz y beneficios económicos, The Economist advierte que, en realidad, puede hacer que EE.UU. Sea más débil y el mundo más peligroso.
- Inestabilidad en alianzas : Al explotar la dependencia de sus aliados en Europa y Asia, EE.UU. corre el riesgo de perder influencia global. Países como Alemania, Francia o Japón podrían buscar alianzas alternativas ante la falta de garantías estadounidenses.
- Mayor riesgo de conflictos : Si el territorio y la seguridad se vuelven moneda de cambio, es más probable que se desaten conflictos militares. Por ejemplo, un posible acuerdo entre EE.UU. y China podría llevar a cabo concesiones en Taiwán o el Mar de China Meridional, con consecuencias imprevisibles.
- Debilitamiento de la economía estadounidense : Aunque Trump argumenta que EE.UU. ha sido “engañado” en el comercio global, la estabilidad financiera del país depende en gran medida del orden internacional actual. El dólar, el comercio global y las inversiones extranjeras dependen de reglas predecibles y no de acuerdos personales.
Conclusión: ¿Un Estados Unidos más fuerte o más aislado?
El análisis de The Economist concluye que la estrategia de Trump podría hacer que EE.UU. pierde más de lo que gana. A corto plazo, su enfoque transaccional puede parecer atractivo, pero a largo plazo podría erosionar la posición global de EE.UU., reducir su capacidad de influencia y generar un mundo más inestable.
Si bien el Congreso, los mercados y los votantes aún podrían frenar esta tendencia, el mundo ya se está preparando para una nueva era sin reglas claras, donde la ley del más fuerte reemplaza los principios que han definido la política internacional en las últimas ocho décadas.