La erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C. fue una de las más devastadoras de la historia. No solo destruyó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, sino que también provocó un fenómeno único en un habitante de Herculano: su cerebro se transformó en vidrio.

Cuando el Vesubio entró en erupción, desató una lluvia de cenizas y gases extremadamente calientes que alcanzaron temperaturas de más de 500 grados Celsius. La mayoría de las víctimas murieron instantáneamente debido al calor extremo, que hizo hervir su sangre y vaporizar su carne. Sin embargo, en un caso particular, el calor provocó un proceso muy raro: el cerebro de un joven de unos 20 años quedó vitrificado.

Los científicos han analizado fragmentos del material encontrado dentro del cráneo y la médula espinal del individuo y han concluido que el cerebro fue expuesto a temperaturas superiores a los 510 grados Celsius. La alta temperatura y el rápido enfriamiento posterior crearon las condiciones perfectas para que el tejido cerebral se solidificara en forma de vidrio oscuro.

El cerebro vitrificado fue descubierto en 2020 en el Collegium Augustalium, un edificio público en Herculano dedicado al culto del emperador Augusto. El joven era posiblemente un guardián del lugar y fue encontrado acostado en su cama, víctima de la nube piroclástica que golpeó la ciudad.

Según estudios previos, la habitación en la que se encontraba pudo haber alcanzado una temperatura de aproximadamente 520 grados Celsius. Esto habría calentado el cuerpo de manera extrema antes de que una rápida disipación del calor permitiera la formación del vidrio orgánico.

Este hallazgo es el único caso documentado de un cerebro humano convertido en vidrio por causas naturales. Normalmente, los tejidos orgánicos no pueden vitrificarse de forma natural, ya que contienen mucha agua y tienden a descomponerse o carbonizarse. Sin embargo, en este caso, la combinación del calor extremo y el aislamiento que proporcionó el cráneo permitió que el proceso ocurriera.

En Herculano, muchas otras personas murieron al refugiarse en cobertizos cercanos a la costa. Sus cuerpos fueron descubiertos en la década de 1980, mostrando los efectos devastadores de la erupción. Sin embargo, el caso del joven con el cerebro vitrificado sigue siendo el más extraordinario.

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