Todo comenzó en 1993, cuando Emmanuel tenía apenas 15 años y era alumno en el colegio jesuita La Providence de Amiens. Brigitte, de 39 años, era su profesora de teatro y literatura, madre de tres hijos y casada. Durante los ensayos de una obra escolar, nació entre ambos una relación que rápidamente trascendió lo pedagógico.

Aunque en Francia la edad mínima de consentimiento es de 15 años, la relación entre una docente adulta y su alumno menor de edad sigue siendo éticamente cuestionable. La diferencia de poder, la edad y el contexto académico generaron un escándalo cuando salió a la luz. La familia de Macron, impactada, lo envió a París para interrumpir el vínculo.

Brigitte, pese al riesgo de una condena social y al rechazo de su entorno, decidió seguir adelante. Terminó su matrimonio y años después, en 2007, se casó con Emmanuel, cumpliendo una promesa que él le había hecho en la adolescencia.

Desde entonces, Brigitte ha sido mucho más que la esposa del presidente: es su principal asesora, compañera constante y figura influyente en cada etapa de su carrera política. Aunque no ocupa cargos oficiales ni recibe un sueldo del Estado, su rol estratégico es evidente y ha sido reconocido públicamente por el propio Macron.

El episodio más reciente que volvió a ponerlos en el centro de la conversación ocurrió durante una visita a Vietnam, donde una cámara captó a Brigitte apartando bruscamente la cara de su esposo. El gesto fue interpretado por muchos como un símbolo de tensión marital. Las redes estallaron y el equipo presidencial intentó minimizarlo como una “broma de pareja”.

Lo cierto es que la relación entre Emmanuel y Brigitte Macron es singular. Para algunos, una historia de amor admirable; para otros, una relación que cruzó límites éticos difíciles de ignorar. En cualquier caso, no deja a nadie indiferente.