En el corazón del Zoológico Lincoln Park de Chicago, un grupo especial de chimpancés está escribiendo un nuevo capítulo en su vida. Después de años en el mundo del entretenimiento, estos animales están aprendiendo a interactuar con sus congéneres, intentando redescubrir lo que significa ser un chimpancé.
Detrás de las exhibiciones públicas, donde los niños gritan y aplauden emocionados, Eli y Susie permanecen alejados de las miradas curiosas. Ambos son sobrevivientes de la industria del entretenimiento, donde pasaron años actuando en programas de televisión, videos musicales y comerciales. Aunque su fama quedó atrás, sus heridas emocionales y sociales todavía persisten.

El oscuro pasado de Eli y Susie
Eli y Susie nacieron en la Missouri Primate Foundation, un controvertido centro de cría comercial señalado por el trato cruel hacia los chimpancés. Este lugar, que alguna vez fue uno de los mayores proveedores de primates para la industria del entretenimiento, separaba a las crías de sus madres poco después del nacimiento para venderlas como mascotas o artistas.

En 2017, una demanda presentada por PETA reveló las terribles condiciones en las que vivían los chimpancés en esta instalación: jaulas estrechas, ambientes insalubres y un trato que PETA calificó de “inhumanamente cruel”. Tras una batalla legal prolongada, el centro fue cerrado y sus chimpancés fueron trasladados a santuarios acreditados.
Eli y Susie, que fueron vendidos a una compañía de entrenamiento animal, pasaron sus primeros años aprendiendo trucos humanos. Pero esta exposición al entretenimiento les dejó profundas cicatrices sociales. En 2018, Eli, entonces de 9 años, comenzó a mostrar signos de independencia y comportamientos agresivos, lo que preocupó a sus entrenadores. Susie, por su parte, ya estaba retirada, mostrando un comportamiento sumiso y dependiente. Ambos fueron enviados a un santuario no acreditado, donde vivieron en condiciones espartanas antes de llegar al Zoológico Lincoln Park en 2020.
El difícil proceso de rehabilitación
La rehabilitación de Eli y Susie no ha sido sencilla. Al llegar al zoológico, ninguno de los dos sabía cómo buscar alimento por sí mismos. “Normalmente, los chimpancés utilizan como entretenimiento viven a base de comida rápida, como McDonald’s”, explicó Jill Moyse, curadora de primates del zoológico. El equipo trabajó arduamente para enseñarles a alimentarse con vegetales y frutas, un proceso que llevó meses.
Además, ambos chimpancés mostraron comportamientos anormales derivados de sus años en cautiverio y aislamiento social. Eli solía balancearse hacia adelante y hacia atrás, abrazando la ropa de cama como si buscara consuelo. En momentos de estrés, se daba bofetadas. Susie, por su parte, dependía de los humanos para resolver conflictos con otros chimpancés.
“Es como si no hablaran el idioma de los chimpancés”, comentó Moyse, quien señaló que la separación temprana de sus madres les privó de aprender las señales sociales básicas de su especie.
Formando una nueva tropa
La solución para Eli y Susie fue integrarlos a un grupo social. Primero se les presentó a Magadi, un chimpancé conocido por su habilidad para socializar. Luego se unieron Patrick y Zachary, dos chimpancés que también tenían un pasado difícil, habiendo sido castrados en un zoológico de carretera y enseñados a realizar gestos humanos como lanzar besos.
Aunque la manada, conocida como “la tropa de Eli”, comenzó a interactuar, los conflictos no tardaron en surgir. Mientras Susie intentaba mediar con la ayuda de los humanos, Eli se mostraba completamente incapaz de manejar las tensiones, gritando y corriendo descontroladamente.

Un futuro lejos de las cámaras.
El zoológico decidió alojar a los cinco chimpancés en un área fuera de la vista del público para minimizar el contacto humano. Este enfoque busca borrar las huellas que años de interacción humana dejaron en ellos. “Es una paradoja”, reconoció Maureen Leahy, vicepresidenta de cuidado animal en el zoológico. “Los humanos son responsables de estos traumas, y ahora nuestro trabajo es mantenernos al margen mientras los ayudamos a sanar”.
El equipo del zoológico ha implementado programas de enriquecimiento que imitan comportamientos naturales, como la búsqueda de alimentos. Sin embargo, rehabilitar a estos chimpancés será un proceso de por vida.

La historia de Eli y Susie es un recordatorio de los peligros y crueldades asociados con la explotación de primates para el entretenimiento. Documentales como “Chimp Crazy” han expuesto las condiciones inhumanas en las que viven muchos de estos animales, generando un llamado global para poner fin a la propiedad privada de primates.
Aunque Eli y Susie tienen un largo camino por recorrer, su historia también es una prueba del impacto positivo que los esfuerzos de rehabilitación pueden tener. Con el tiempo, estos ex artistas podrían encontrar finalmente su lugar entre los simios, viviendo una vida más cercana a lo que siempre debió haber sido.

Nota:https://www.nytimes.com/2024/11/15/science/chimpanzees-hollywood-zoos.html