“Daredevil: Born Again” llega a Disney+ como una especie de reinicio de la serie original de Netflix, y aunque mantiene la esencia de los cómics, se adentra en un territorio de resonancias políticas y sociales que podrían conectarse con el panorama actual. El regreso de Charlie Cox como Daredevil y Vincent D’Onofrio como el villano Wilson Fisk, ahora convertido en alcalde de Nueva York, plantea una historia de lucha contra un político corrupto que siembra caos en la ciudad, algo que recuerda a figuras como Donald Trump, si bien no de manera expresa.

La serie presenta un atmósfera sombría y violenta con un enfoque más moderno en la producción, pero su ritmo irregular y la falta de una estructura narrativa sólida dificultan que la trama realmente después. Mientras que la historia de crimen y retribución es interesante, la falta de energía y cohesión la convierte en una experiencia más de estilo que de contenido profundo. Los personajes, como Punisher (Jon Bernthal) y el homicida Dex Poindexter, hacen lo que pueden para elevar el espectáculo, pero no logran salvar.

A pesar de los esfuerzos visuales y musicales, “Born Again” no alcanza el nivel de impacto que uno podría esperar de una serie de Marvel, quedando atrapada entre lo convencional y lo moderno sin lograr profundizar en la crítica social que sugiere. Al final, el mayor atractivo de la serie es la participación de algunos personajes familiares y su desarrollo en un entorno cargado de violencia.