El miércoles, un día después de un devastador tiroteo masivo que dejó al menos 11 muertos en el centro educativo Risbergska, en Örebro, Suecia, los miembros de la comunidad se reunieron para rendir homenaje a las víctimas y tratar de procesar la violencia que sacudió al país. Este centro educativo, fundamental para inmigrantes y personas que buscan aprender nuevas habilidades, se había convertido en un pilar de la comunidad. Muchos de sus estudiantes soñaban con carreras en áreas como medicina, ingeniería o trabajo social.

El ataque ha afectado profundamente a la ciudad, caracterizada por su diversidad, al ser un lugar de encuentro para personas de 165 países. Entre los dolientes, el testimonio de Shams Ulqamar Andesh, quien asistió al centro para aprender sueco, reflejó la profunda conexión de la comunidad con este espacio de educación. “Era mi escuela”, expresó mientras rendía homenaje con flores y velas.

El suceso también ha abierto un debate sobre la creciente violencia armada en Suecia. Aunque las autoridades aún no han revelado el motivo del ataque, se especula que el agresor podría haber actuado como un lobo solitario, lo que podría reducir el temor de un vínculo con pandillas organizadas. Mientras tanto, la ciudad se enfrenta a la incertidumbre de cómo abordar la seguridad en un contexto cada vez más polarizado.

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