Blake Lively ha salido victoriosa de una de las batallas legales más sonadas de Hollywood en el último año. Este lunes, el juez federal Lewis J. Liman desestimó por completo la demanda de $400 millones presentada por Justin Baldoni y su productora Wayfarer Parties, marcando un duro revés para el actor y director de It Ends With Us.
La demanda de Baldoni alegaba difamación, extorsión e interferencia contractual por parte de Lively, su esposo Ryan Reynolds, la publicista Leslie Sloane y The New York Times. Sin embargo, el fallo del juez fue claro: las acusaciones no cumplían con los requisitos legales para proceder.
“El fallo de hoy es una victoria total y una reivindicación completa para Blake Lively, junto con todos los que Baldoni y las Partes Wayfarer intentaron arrastrar en este litigio abusivo”, afirmaron los abogados Esra Hudson y Mike Gottlieb en un comunicado.
La disputa legal se originó en diciembre de 2024, cuando Lively demandó a Baldoni por acoso sexual y represalias en el marco del rodaje de It Ends With Us. Baldoni negó las acusaciones y contraatacó con una demanda que ahora ha sido completamente desestimada.
Según la opinión del juez Liman, no existen fundamentos suficientes para responsabilizar a Lively por declaraciones protegidas por privilegio legal. Asimismo, descartó que Reynolds, Sloane o el Times hayan actuado con “duda seria sobre la veracidad” de sus afirmaciones, un requisito clave para que se configure la difamación bajo la ley vigente.
El juez dejó abierta la posibilidad de que Baldoni intente enmendar parte de su demanda, pero solo respecto a reclamos menores por “interferencia contractual”, y con plazo hasta el 23 de junio para presentar modificaciones.
Los representantes legales de Lively indicaron que ahora buscarán el pago de honorarios de abogados, daños triplicados y sanciones punitivas contra Baldoni, su socio Steve Sarowitz y otros implicados en lo que califican como un “litigio malicioso”.
Por su parte, los abogados de Baldoni no han emitido declaraciones tras la desestimación, aunque previamente habían criticado la moción de Lively como “prematura e improcedente”.
Mientras tanto, la industria observa con atención cómo esta disputa continúa reconfigurando los límites entre las denuncias por mala conducta en Hollywood y las demandas por difamación en su contra.