Un escenario encendido, una canción sobre el desamor y un mundo mirando de reojo la política. Así fue la final del Festival de la Canción de Eurovisión 2025, que este sábado coronó a Austria como ganadora tras uno de los relatos más tensos y polarizados en la historia reciente del certamen.

La victoria fue para JJ , un contratenor de 24 años formado en la Ópera Estatal de Viena, quien conquistó al jurado ya la audiencia con “Wasted Love” , una balada dramática que cruzó el corazón roto con la elegancia barroca. Austria obtuvo 436 puntos, apenas superando los 357 de Israel, país que lideró el voto del público hasta el último minuto.

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Pero detrás de cada nota afinada y cada lágrima en el escenario, Eurovisión se volvió a ser mucho más que un concurso de canciones . La geopolítica se coló entre los aplausos, y los votos se tiñeron de contexto.

La puesta en escena fue sobria: libros apilados, maletas abiertas, y JJ vestido de negro, como si acabara de huir de una historia de amor sin final feliz. Su voz —aguda, etérea, casi fantasmal— surcó la arena del St. Jakobshalle de Basilea con una mezcla entre aria y balada pop. “Wasted Love” hablaba del amor perdido, sí, pero también sonaba a algo más universal, más roto: un mundo que ha olvidado cómo cuidar lo que ama .

Y eso, quizás, fue parte de su magia.

JJ, cuyo verdadero nombre es Johannes Pietsch , nació en Austria pero pasó gran parte de su infancia en Dubái. Empezó a cantar a los 15 años tras ver vídeos de Maria Callas y Montserrat Caballé. De su padre heredó la admiración por Mozart. De su generación, el deseo de usar el escenario como una forma de decir: “el amor importa, el arte importa” .

Al recibir el trofeo, no habló de sí mismo, sino del mundo: “Gracias por creer en esta canción. Ojalá podamos difundir más amor que odio”, dijo entre lágrimas.

El fantasma de la guerra y la división del voto

Israel fue el otro gran protagonista de la noche. Representado por Yuval Raphael , sobreviviente de los ataques del 7 de octubre de 2023, el país obtuvo el mayor puntaje del voto popular. Su canción —cuyo mensaje de resistencia emocional fue leído por muchos como una declaración política— generó reacciones encontradas : algunos abucheos, algunos vítores, pero ningún silencio.

La participación de Israel venía precedida por tensiones. En la edición de 2024, en Malmö, varios artistas boicotearon el evento por la ofensiva militar en Gaza. Este año, las manifestaciones fueron menos visibles, pero la carga simbólica permaneció. El resultado final reflejó una Europa dividida: los jurados técnicos se volcaron por Austria; el público, por Israel. Fue como si el viejo continente tratara de equilibrar emoción y diplomacia en un voto fragmentado .

La final, de más de cuatro horas, tuvo todos los ingredientes del caos glamoroso habitual: cantantes colgados de micrófonos dorados , bailarinas en trajes imposibles, fuegos artificiales y sonidos que iban del techno balcánico al folk futurista. Pero fue la sobriedad elegante de JJ la que terminó ganando.

En un certamen que premia la teatralidad, Austria ganó con lo menos eurovisivo posible: una canción desnuda, sin pirotecnia emocional, que recordó que el drama también puede ser íntimo .

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