Anna Wintour, la figura más influyente del periodismo de moda en las últimas cuatro décadas, dejará su cargo como editora en jefe de Vogue Estados Unidos, posición que ocupó durante 37 años. La noticia fue confirmada este jueves por Condé Nast, la empresa editorial que publica la revista.

Aunque deja el timón de la edición estadounidense, Wintour no se despide del todo. Mantendrá dos roles estratégicos dentro de la compañía: directora global de contenido de Condé Nast y directora editorial global de Vogue. En otras palabras, seguirá siendo una fuerza decisiva detrás del estilo, el tono y la línea editorial de la marca a nivel mundial.

Su salida representa un cambio de era. Desde su primera portada en noviembre de 1988 —con la modelo Michaela Bercu luciendo unos jeans deslavados, algo impensable en ese entonces para la alta costura—, Wintour desafió y reformuló lo que se entendía por “glamour”. A lo largo de su gestión, transformó Vogue de una revista sofisticada pero predecible en un ícono cultural capaz de catapultar o eclipsar carreras enteras.
Bajo su liderazgo, Vogue amplió sus horizontes: portadas con tomas naturales, inclusión de hombres —como Richard Gere en 1992— y celebridades de fuera del circuito tradicional de la moda fueron solo algunos de los cambios editoriales que marcaron su visión.
El reemplazo de Wintour asumirá un nuevo título: “responsable de contenido editorial”, una redefinición del cargo que responde a una reestructuración global dentro de Condé Nast. En 2020, Wintour había ampliado su influencia al convertirse en directora global de contenido, supervisando títulos como Vanity Fair, GQ, Wired, Architectural Digest y Bon Appétit, entre otros.
Aunque no se trata de un retiro, su salida del cargo más emblemático de Vogue abre una nueva etapa para la revista. Y con ello, una oportunidad única para redefinir nuevamente qué significa estar a la vanguardia de la moda en tiempos de cambio cultural.