En Desprecio , una serie de siete episodios dirigida por Alfonso Cuarón y protagonizada por Cate Blanchett y Kevin Kline, el galardonado cineasta mexicano nos sumerge en un thriller psicológico que pone en tela de juicio la confianza en las narrativas y el poder de la ficción para distorsionar. la realidad. Adaptada de la novela de suspenso El perfecto desconocido de Renée Knight, esta serie en Apple TV+ explora cómo las historias, cuidadosamente construidas, pueden ser usadas como armas de manipulación y venganza.

La advertencia sobre el poder de las narrativas llega desde el inicio, en una introducción por la periodista Christiane Amanpour, quien entrega un premio a Catherine Ravenscroft (Cate Blanchett), una documentalista que pronto descubrirá que un oscuro secreto de su pasado ha sido revelado en una novela publicada anónimamente. Esta novela, titulada El perfecto desconocido , convierte a Catherine en la villana de su propia historia, y la envuelve en una pesadilla en la que cada detalle de su vida se convierte en objeto de escrutinio y desprecio.

La trampa narrativa y el dolor emocional

A medida que avanza la historia, nos sumergimos en un tenso juego de manipulación que envuelve a Catherine y Stephen Brigstocke (Kevin Kline), un hombre jubilado y solitario con sede en venganza. Stephen es un personaje atormentado, movido por una pérdida devastadora, y ve en Catherine un objetivo perfecto para su rencor acumulado. La serie teje sus narrativas con dos voces en off que, entrelazándose, nos muestran las perspectivas y prejuicios de ambos protagonistas, generando una atmósfera sofocante de sospecha e inseguridad.

Cuarón apuesta aquí por una narrativa meticulosa y pausada, un enfoque que permite explorar las emociones contenidas y las relaciones quebrantadas entre los personajes. Blanchett y Kline, en papeles oscuros y complejos, capturan el dolor y la vulnerabilidad de sus personajes con una intensidad que es a la vez fascinante y desoladora.

Aunque Cuarón optó por expandir la novela en una serie, lo que permite mayor espacio para los detalles visuales y emocionales, este formato también lleva a un ritmo lento ya veces repetitivo. La trama se extiende y pierde fuerza en algunos puntos, y la expectativa de un giro final tan anticipado se convierte en una espera que puede resultar tediosa. La serie juega con la empatía del espectador de una forma calculada, lo cual refuerza su mensaje sobre la dificultad de comprender el dolor y la perspectiva del otro, pero puede hacer que algunos espectadores sientan cierta frialdad en la historia.

A pesar de sus momentos lentos, Desprecio se luce en el aspecto visual. Cuarón aprovecha cada escena para crear un contraste entre el frío presente en Inglaterra y el pasado teñido de nostalgia, usando una iluminación dorada para mostrar los recuerdos idealizados que dan sentido al conflicto. Las imágenes, ricas y cuidadosamente elaboradas, son un testimonio de su maestría visual y añaden una capa de tensión que enriquece la experiencia.

En su conjunto, Desprecio es una serie que exige paciencia y atención al detalle, y si bien puede ser “más fácil de admirar que de disfrutar”, como señala su crítico James Poniewozik, su exploración sobre la naturaleza de la narrativa y la complejidad de las relaciones humanas la convierte en una pieza intrigante y reflexiva. Es una obra que invita a observar cómo las historias pueden ser usadas para explorar verdades incómodas, y, al mismo tiempo, para manipular y distorsionar el sentido de la realidad.

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